Mi padre insiste en que la excusa de la «falta de tiempo» solo busca justificar la mediocridad. Por eso el otro día cuando alguien me preguntaba por qué no escribía más a menudo en el blog me quedé sin palabras, pues sabía que si decía que era por no tener tiempo estaría mintiendo. Sí, tengo tiempo para escribir, y de hecho, también tengo muchísima inspiración para ello… todos los días se me ocurren hasta dos y tres temas, y a veces hago redacciones que nunca llego a publicar.
Entonces, ¿cuál es el verdadero motivo por el que no escribo más? La respuesta es muy simple señores: Soy abogada. Sí, ¡soy abogada! ¿Y esto qué tiene que ver? Lean, por favor:
1. Al abogado se le hace muy difícil escribir en un lenguaje llano comprensible o entretenido para el que no lo sea (aún cuando esa otra persona sea experta en todo lo demás). Cuando uno está acostumbrado a utilizar palabras como «inadmisibilidad», «requirente» y «litigio», o frases como «las conclusiones vertidas», «nuestro domicilio ad-hoc» o «el impetrante proveerá los medios probatorios» en todo lo que uno escribe relacionado a las leyes, después es difícil dejar de hacerlo.
2. En esa misma línea, para explicar las cosas claramente a veces no se pueden utilizar las palabras que encajarían correctamente, entonces uno se queda con el sentimiento de que lo que dice está mal, como cuando tengo que decir que «el trabajador renunció» en lugar de «el trabajador dimitió»… para el público en general es más fácil la primera forma y al final es lo mismo, pero los abogados me escribirán para decirme que me equivoqué (sí, así de molestosos somos).
3. El abogado sabe que todo es «en principio», es decir, que todo lo que diga tendrá su excepción.
4. Hay muy pocas cosas en derecho que un abogado puede afirmar o asegurar a plenitud. Imagínense, si un día nos toca defender al acreedor y al otro día al deudor, o peor, el juez A decide una cosa y el juez B decidirá otra.
5. A veces la imaginación lleva al abogado a crear casos o conflictos donde no los hay, ya saben, como esas personas que por todo pelean y le ponen de sobrenombre nada más y nada menos que «el abogadito». Esto nos lleva a querer incluir una cláusula de no responsabilidad (o «disclaimer» para los que les gustan las palabras en inglés) en todo.
6. El abogado tiene delirio de persecución y sabe bien que todo lo que diga hoy, mañana podrá ser usado en su contra.
En fin, el por qué no escribo más a menudo es simplemente por cualquiera de las razones antes indicadas (¡a veces por todas juntas!). Voy con toda la inspiración posible y cuando me siento a redactar, todo lo anterior me la va matando poco a poco. Pero como quiero seguir escribiendo, quiero aprovechar esta publicación para hacer un «disclaimer» general, así que en lo adelante ya saben, todo lo que diga es «en principio», todo lo que afirme luego podré negarlo, y para los que sí son abogados, por favor no me critiquen cuando utilice una palabra que en buen derecho no se ajustaría al 100% al caso.
¡Feliz feriado!